Aquella señorita de lánguida sonrisa, hizo un ímprobo esfuerzo para conquistar con su aleteo de pestañas al caballero que la miraba intensamente, pero él no se dejó embaucar por su coqueta mirada porque enseguida se dio cuenta de que en realidad era una correveidile que solo quería sacarle información.
Genial, Laura :)
ResponderEliminar